De sobra es conocido que Dueñas ha sido un lugar de pastores. Las chozas forman parte de sus paisajes y son construcciones que aún se conservan como recuerdo al trabajo de todas aquellas personas que pernoctaban entre estas piedras mientras se mantenían al cuidado de sus ovejas.
Pero no son solo las chozas símbolo del pastoreo que se practicaba en la villa eldanense, también lo son las tenadas. Una tenada es un cobertizo para recoger el ganado, un refugio que se utilizaba al finalizar el día, cuando terminaba la dura jornada de trabajo.
En los años 50 del pasado siglo XX, una familia de Dueñas decidió construir una de ellas con su correspondiente corral para el ganado. Una fabricación que se hizo con los medios rudimentarios de aquel momento. Según cuenta el número 63 de la Revista Eñe, publicada en la villa botijera, se utilizaron “carruajes con tracción animal” y se levantó en un monte de la villa. Era, además, una parte complementaria a una “factoría de fertilizante natural”.
Esta familia era los Masa y construyeron la tenada a partir de piedras del páramo y con agua del pozo de los Charquillos traída con una yegua. Su “factoría “tuvo una escasa duración, según cuentan en la publicación, ya que los animales pronto acudieron a otros corrales que se ubicaban también en el monte. Y la tenada fue, poco a poco, sufriendo el abandono.
Un periodo de olvido que terminó en el año 2007. Rosa Masa, hija de uno de los constructores de esta edificación, descubrió la tenada que había creado su padre y quiso ir a conocerla. “Deslumbrada por el recóndito lugar y enrabietada por el esfuerzo de su familia que estaba a punto de desaparecer, decide recuperar la tenada”, cuenta la publicación.
Fue así como Rosa Masa se puso manos a la obra para reconstruir y adecuar este espacio que había surgido del trabajo de su padre y también de su tío. En aquel momento, y también en la actualidad, Rosa residía en Alemania por lo que su decisión despertó alguna que otra duda. No obstante, ella mantuvo el propósito y siguió en su empeño de restaurar este espacio y convertirlo en un lugar especial en Dueñas.
En septiembre de 2007 comenzó a adecuar la tenada. “Creo que la mejor manera de reconocer lo duro que trabajó la gente de nuestra tierra, es conservando lo que nos dejaron”, explica Rosa en un documento que está colocado en las paredes de la edificaci´´on. A través de esta restauración, ella quiso poner en valor las duras condiciones con las que trabajaban sus padres, abuelos y bisabuelos, “difíciles de imaginar hoy día”, cuenta.
Junto a este documento, Rosa pide a todas las personas que pasan por allí que le ayuden a cuidar y mantener este espacio, para que también las próximas generaciones puedan disfrutar de la cultura. Y así nació la Biblioteca La Tenada
Es un espacio de cultura. Las paredes restauradas de este lugar tan tradicional están repletas ahora de libros. Libros que hablan de la naturaleza, de la cultura y de las tradiciones, publicaciones que recogen todos los saberes de la zona y que también representan lo que fue este lugar y lo que quiere ser y convertirse. Las estanterías de madera acogen varias decenas de libros en esta biblioteca. Un lugar que es de paso para todos los visitantes y asiduos a Dueñas, pero que sin duda deja siempre un poso en el interior. Entrar por la puerta de La Tenada es viajar al pasado y es también una manera de reconciliarse con el presente a través de la cultura, algo tan importante para Rosa Masa.
Decenas de libros, muchas historias y un ambiente especial te esperan en La Tenada para ser leídos, vistos y disfrutados. Este es uno de los lugares con más encanto del entorno de Dueñas y al que se puede acceder fácilmente tras un paseo por el campo.
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