Con la Navidad a la vuelta de la esquina, Villamuriel de Cerrato ya tiene todo listo representar el tradicional Auto del Nacimiento de Nuestro Señor de Gómez Manrique en el Convento de la Consolación de Calabazanos.
La obra fue escrita por el autor palentino, Gómez Manrique, entre los años 1458 y 1468, antes de que fuera nombrado corregidor de Toledo. Le fue solicitada por su hermana doña María, vicaria del Convento de la Consolación de Calabazanos en Villamuriel de Cerrato, en principio para ser representada el día de Nochebuena en el interior de la iglesia por las propias religiosas.
Se trata de una maravillosa pieza llena de emoción, ternura y viveza, que deriva del género latino del Officium Pastorum, en los que se mostraba a pastores y ángeles dispuestos a adorar a un Jesús recién nacido. Lo fundamental de esta pieza, que en realidad es un conjunto de bellísimos cuadros, es que se trata de la primera obra teatral escrita en castellano de autor conocido, y no es ya una obra de poemas unidos entre sí por un mismo tema, sino que los personajes dialogan entre ellos dando pie al resto de obras dialogadas que llegaron después (como las de Lope de Rueda).
Todo ello coloca al Auto del Nacimiento de Nuestro Señor de Gómez Manrique, como la máxima representación de la sensibilidad religiosa de la época y se anticipa como pionera de las grandes obras religiosas del Renacimiento.
El texto de la obra, puede parecer demasiado breve, pero la puesta en es cena consigue emocionar al público con las bellas palabras que el autor escribió en el mismo marco que las inspiró.
Este fin de semana, los grupos de teatro Cigarral, Cachivache y A ninguna parte teatro, llevarán a escena esta obra pionera del género en castellano, que podrá presenciarse el sábado 21 y el domingo 22 de diciembre, con dos representaciones en cada jornada (18:00 y 20:00 horas). Parte de las entradas ya se pueden reservar en la web del Ayuntamiento de Villamuriel.
Eso sí, hemos de ser conscientes de que se trata de una obra sencilla y de ahí nace su gracia, es necesario plasmar en la puesta en escena la religiosidad del momento que la obra recoge, y dotar a los diferentes cuadros de toda la belleza que el autor imaginó para ellos.
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