El pasado verano (9 de julio de 2021) se cumplió un siglo de la inauguración y la apertura de la Biblioteca Pública en la sala que actualmente ocupa la Biblioteca de la Diputación de Palencia, centenario que este departamento de la institución, dependiente del Servicio de Cultura, ha aprovechado para efectuar una reflexión retrospectiva sobre el papel fundamental de la institución provincial en esta materia.
El fruto de esa investigación, efectuada por Areños Muñoz Rodríguez, técnico de Archivo y Biblioteca de la Diputación, acaba de publicarse en el número 118 del boletín informativo de la Biblioteca ‘Tello Téllez de Meneses’, cuyos contenidos pueden consultarse en la web institucional.
Las bibliotecas públicas apenas existieron antes del siglo XIX. El acceso se circunscribía a una minoría, formada por religiosos, intelectuales y profesionales, usuarios de las bibliotecas que poseían órdenes religiosas, catedrales, universidades y otras instituciones de carácter científico, comercial o económico. El proceso desamortizador de los bienes eclesiásticos liberó importantes bibliotecas, que el Estado se encargaría de organizar y custodiar.
Así, un Real Decreto de 1836 estableció que las bibliotecas expropiadas debían llevarse a la capital de provincia, y otro del año siguiente advertía que «el Gobierno aplicará estos libros a las bibliotecas provinciales, museos, academias y demás establecimientos de instrucción pública», para su conservación y difusión mediante el fomento de la lectura entre todos los ciudadanos. «De alguna manera, se dio así entidad oficial a las Bibliotecas Públicas Provinciales», explica Areños Muñoz. Por otro lado, para propiciar la conservación del abundante legado documental y artístico incautado, se crearon (1844) las Comisiones Provinciales de Monumentos, divididas en tres secciones: Archivo y Biblioteca, Escultura y Pintura, y Arqueología y Arquitectura.
Al menos, una por provincia
La Ley de Instrucción Pública (1857) señalaba (artículo 163) que el Gobierno velará por el cuidado de las bibliotecas existentes, procurará que en cada provincia haya al menos una biblioteca pública «y dictará las disposiciones convenientes para que en cada una haya aquellas obras cuya lectura pueda ser más útil, atendidas las circunstancias especiales de la localidad y del establecimiento a que corresponda».
«Esta puntualización es de gran interés, ya que un importante volumen de los libros procedentes de conventos y monasterios desamortizados estaban en latín o tenían carácter científico, de escaso alcance para el público en general; y se procuró fomentar entre más usuarios la lectura y el interés por el conocimiento», añade la técnico del Archivo y Biblioteca de la Diputación sobre el sentido de la ley de 1857, que también creó el cuerpo de empleados en los archivos y bibliotecas. A él pertenecía Manuel Fernández Mourillo, destinado el 6 de diciembre de 1897 a la Biblioteca Provincial de Palencia, primer titulado que ejerció en ella del que se tiene noticia.
El Plan de Estudios General de 1845, aprobado por el ministro de Gobernación Pedro José Pidal, determinaba la instalación de un instituto en cada capital de provincia. Surge así en Palencia el Instituto de Segunda Enseñanza, instalado en el antigua convento de San Buenaventura (cerca de Puentecillas) hasta la primera década del siglo XX, y que alberga la Biblioteca Provincial Pública, «sin duda con fondos bibliográficos del propio convento y de otros conventos y monasterios exclaustrados de la capital y de la provincia».
Por esas fechas —mediados del siglo XIX—, la Diputación, instalada en las antiguas dependencias del convento de San Francisco, disponía ya de archivero, que supuestamente gestionaba también los fondos bibliográficos de la propia institución provincial, vinculados en su mayoría con sus competencias de fomentar el desarrollo de la provincia. Las dependencias del antiguo convento ya disponían de instalaciones para archivo y biblioteca, según se percibe en un plano de 1910.
Debido a las deficiencias que se fueron observando en el inmueble, desde finales del siglo XIX la Diputación se plantea levantar un edificio independiente de nueva planta, futuro Palacio Provincial. El proyecto trazado por el arquitecto Jerónimo Arroyo ya considera que la biblioteca debe ocupar un espacio de cierta entidad con fácil acceso: inicialmente, se prevé en el ala que da a la Plaza de Abastos, pero al final se optó por situarla en la de la calle Joaquín Costa (en esas fechas, calle La Tarasca), que es el lugar que ha ocupado hasta nuestros días.
Traslado
La Biblioteca Provincial, instalada en el Instituto de Enseñanza Media (antiguo convento de San Buenaventura), no reunía las condiciones idóneas para conservar los fondos, ni se hallaba en un lugar del centro neurálgico de la ciudad, por lo que se determinó el traslado al Palacio de la Diputación. El 9 de julio de 1921 se inauguraron la Biblioteca y Museos Provinciales, acto al que asistieron las personalidades de la vida política y académica palentina.
Según destaca el trabajo de Areños Muñoz, «desde ese momento y hasta 1967, la Biblioteca de la Diputación ha sido la sede de la Biblioteca del Estado en Palencia», y los gastos derivados de su mantenimiento venían sufragados por el Estado, pero la institución provincial colaboraba en impulsar y desarrollar este servicio. Así, el los presupuestos de la Diputación se consignaba siempre una cantidad para adquirir fondos para la biblioteca: en 1929 se consignan seiscientas cincuenta pesetas; y en 1932 se habilitaron setecientas cincuentas.
Un decreto de este último año determinó reorganizar y renovar las antiguas bibliotecas provinciales, «que en adelante se llamarán meramente bibliotecas públicas, haciendo que sus locales, instalación y fondos responden a las necesidades»; por lo que se reformó la biblioteca del Palacio de la Diputación —la Biblioteca Pública—, que aportará a esta dotación de manera constante, tanto en mobiliario, como en la adquisición de fondos y en la suscripción de publicaciones de interés cultural y económico. Paralelamente, la Diputación subvencionaba a bibliotecas creadas por sociedades y entidades no oficiales (exceptuados los casinos y sociedades de juego), tanto de la capital como de otras localidades de la provincia.
La mencionada investigación 100 años de la apertura de la Biblioteca Pública en la Diputación de Palencia recoge muchos detalles y curiosidades sobre la evolución del servicio, su dotación y los avatares administrativos para su continua mejora. Según la estadística de 1934, más de veinte mil lectores pasaron por la biblioteca ese año, por lo que se deduce que se hallaba en pleno rendimiento cuando se desencadena la Guerra Civil.
La constitución en 1949 de la Institución ‘Tello Téllez de Meneses’, a propuesta del Centro de Estudios Palentinos y auspiciada por la Diputación, incentiva la compra de obras y publicaciones periódicas, «con la sugestiva idea del presidente Buenaventura Benito Quintero, que lo era de las dos instituciones, de que se convirtiera en “un laboratorio de investigación para los estudiosos”».
La nueva casa de cultura
A mediados del siglo XX, el Estado desplegará progresivamente en cada capital de provincia las llamadas Casas de Cultura, donde se trataba de reunir la riqueza bibliográfica, documental y artística que custodiaban las bibliotecas, museos y archivo histórico-provinciales. Sin embargo, la Casa de Cultura de Palencia no estuvo construida hasta 1967, año en el que se trasladaron los fondos de la Biblioteca y el Archivo Histórico Provincial al edificio de la calle Lope de Vega (ocupado en la actualidad por la Fundación Díaz-Caneja).
A partir de entonces, el local de la biblioteca de la Diputación de Palencia se desvincula de la gestión estatal y de su función de biblioteca pública. Se cerraba así un largo recorrido de apoyo y colaboración. «El fondo bibliográfico laboriosamente consolidado a través de compras, intercambios y donaciones se deslindó: por un lado, el de la Biblioteca Pública; y por otro, el de la propia Diputación y la Institución ‘Tello Téllez de Meneses’». La tarea no resultó sencilla, pero se determinó finalmente que permaneciesen en la institución provincial las colecciones de carácter legislativo y jurídico de esta administración, y las colecciones de revistas y publicaciones periódicas fruto del intercambio que la “Tello”, integrada en el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), mantenía con otros centros de estudios provinciales y locales.
La Biblioteca de la Diputación de Palencia abrió entonces sus puertas al público el 28 de febrero de 1989 vinculada con la institución cultural palentina por excelencia, de la que tomó su nombre. La Biblioteca ‘Tello Téllez de Meneses’, que orgánicamente depende del Servicio de Cultura de la administración provincial, desarrolla su labor especializada en materias locales y regionales. Se mantiene un catálogo de bibliografía palentina, con más de quince mil referencias que se puede consultar en la web www.bibliografiapalentina.es.
La Biblioteca, junto con el Archivo de la Diputación, conforman un centro de información y documentación fundamental sobre Palencia y su provincia a disposición de investigadores y ciudadanos en general. Presta servicio especializado en referencias bibliográficas, documentación e información a investigadores y ciudadanos en general; y pone especial acento en la difusión. Para ello, desde 1992, edita un boletín informativo trimestral, que recoge las novedades más reseñables de libros, artículos de revistas, publicaciones periódicas, documentación y otros fondos incorporados al Archivo y Biblioteca.
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