En 2014 la Fundación Santa María la Real creó MHS una empresa destinada a comercializar su sistema de monitorización del patrimonio.
Hoy tras varios años de trabajo, de intervención directa en edificios históricos y de avances continuados, el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades reconoce la marca como PYME Innovadora, otorgándole el sello que le acredita como tal.
“Llevamos mucho tiempo trabajando para aplicar las nuevas tecnologías al ámbito del patrimonio, con el fin de garantizar su conservación preventiva y su gestión inteligente”, explica Begoña García, directora de MHS y del área de Conservación del Patrimonio de la entidad. “El sello es un premio al esfuerzo del equipo y un certificado que nos ayudará a seguir extendiendo el modelo y la filosofía de intervención de la Fundación”.
A lo largo de sus cuatro décadas de existencia la entidad ha intervenido en más de 550 bienes patrimoniales. Además, desde 2006 ha monitorizado y aplicado las nuevas tecnologías a más de un centenar de edificios. “Empezamos facilitando la gestión inteligente de inmuebles, experimentando en las iglesias del territorio Románico Norte”, recuerda García, “de ahí pasamos a trabajar en conjuntos históricos como la ciudad de Ávila y ahora el reto es extender el modelo a todo un territorio”.
El proceso no ha sido sencillo y durante este tiempo han contado con el apoyo de administraciones, entidades y empresas. “La participación en proyectos de investigación nacionales e internacionales, nos ha permitido mejorar el sistema, mediante el contacto con universidades y centros especializados”. La Universidad de Salamanca, la Villa Romana de la Olmeda en Palencia, las catedrales de Ávila o Palencia, el monasterio de Yuso en San Millán de la Cogolla o el templo de Debod en Madrid son algunos de los edificios que cuentan ya con el sistema de monitorización de la Fundación.
De la tecnología al conocimiento
Pero, ¿cómo funciona? Se basa en la instalación de pequeños sensores en distintos puntos del espacio que se quiere controlar. Los dispositivos recogen datos que se suman a los derivados de otros sistemas ya existentes, generando un flujo de información de más de 1.000 datos por hora, que facilita el trabajo de los gestores. El acceso a un panel de control, les permite conocer a través de un modelo 3D, la información de cada uno de los edificios monitorizados. De este modo, sabiendo lo que ocurre en cada uno de ellos, con información objetiva y precisa, pueden mejorar el diagnóstico y la toma de decisiones. Además, el sistema les permite generar informes automáticos que optimizan los planes de mantenimiento.
La plataforma, les alerta en el caso de detectar algún riesgo o parámetro descontrolado para que puedan reaccionar de modo inmediato. Por ejemplo, si se detecta una situación de humedad o temperatura excesivas o si registra un número descontrolado de visitantes saltará una alerta en la pantalla del panel de control, para que el encargado de supervisar los datos pueda actuar en el momento.
“La diferencia con respecto a otros sistemas es que en la Fundación llevamos cuatro décadas trabajando en el ámbito del patrimonio, esa experiencia nos permite conocer con precisión cómo se comportan los inmuebles históricos, somos capaces de interpretar los datos y transformarlos en conocimiento útil para el gestor”, asegura García, “incluso hemos desarrollado un algoritmo que te permite calcular el ahorro económico que supone la inversión en conservación, en función de las características del inmueble”.
La Fundación, a través de MHS, también ha sido una de las tres entidades españolas, junto con el Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico (IAPH) y la Universidad de Salamanca que ha colaborado en la elaboración de una guía de buenas prácticas para la conservación del patrimonio, editada en español, inglés, francés y portugués, dentro del proyecto HeritageCare.
Medir y reducir el impacto del turismo en ciudades patrimoniales
Y es que la experiencia de la entidad se ha aplicado a múltiples proyectos europeos. En los últimos, junto a otros socios, trabaja para medir y reducir el impacto del turismo en ciudades patrimoniales. Es el caso de los proyectos HERIT-DATA, en el arco Mediterráneo o BODAH en el Atlántico.
“Oímos constantemente los problemas que acarrea el turismo en ciudades como Venecia, Florencia o, más cercano aún, Valencia, Santiago de Compostela o San Sebastián. Lo que queremos ver con estos proyectos es hasta qué punto es cierto, es decir, utilizar las nuevas tecnologías para medir el impacto real del turismo, saber cómo afecta a los bienes patrimoniales y establecer medidas para que ese impacto pueda minimizarse o, al menos, gestionarse adecuadamente”.
Lo mejor de la aplicación de las nuevas tecnologías al ámbito del patrimonio, afirma García, es que “constantemente estás avanzando, descubriendo nuevas aplicaciones y posibilidades que pueden facilitar no solo la conservación, sino también la gestión y difusión del sector, evolucionando hacia entornos 4.0 ”.
0 comentarios