Aumenta la población de grandes rapaces forestales en Castilla y León

El águila imperial ibérica y el buitre negro son objeto de medidas de conservación activas que, desde hace décadas, han contribuido a mejorar su estatus poblacional de manera muy significativa.

09 de enero de 2023

Las medidas de conservación activas llevadas a cabo sobre varias de las especies forestales amenazadas presentes en Castilla y León, como es el caso del águila imperial ibérica (Aquila adalberti) o del buitre negro (Aegypius monachus), han contribuido a mejorar su población de manera muy significativa. Así lo demuestran los resultados obtenidos en el último informe de seguimiento del Plan de Monitorización del Estado de Conservación de la Biodiversidad en Castilla y León publicado para cada una de estas especies, realizado a partir del trabajo de técnicos, agentes medioambientales y celadores de medio ambiente con el apoyo técnico de la Fundación Patrimonio Natural de Castilla y León.

En el caso del águila imperial, se contabilizaron un total de 131 territoritos en 2021 (último año del que se disponen datos), distribuidos entre las provincias de Segovia (47), Ávila (43), Valladolid (27), Burgos (6), Palencia (3), Salamanca (3) y Zamora (1). Se realizó un seguimiento completo de la reproducción en 118 parejas, con un total de 190 pollos volados en 104 territorios diferentes. Estos resultados indican que la tendencia poblacional del águila imperial en Castilla y León ha sido claramente positiva, pasando de los 17 territorios en 1989 a 131 en 2021.

Este fuerte aumento poblacional ha ido acompañado de un notable aumento del área de distribución, pasando de 6-7 cuadrículas UTM 10×10 km ocupadas por la especie en 1989, hasta las 94 cuadrículas en 2021. Por su parte, en el censo de buitre negro de 2021 se han contabilizado 597 parejas repartidas en 7 núcleos de nidificación y 23 colonias de reproducción. Se realizó el seguimiento completo de la reproducción en un total de 590 parejas, con un total de 363 pollos volados. La especie se distribuye por las provincias de Ávila (269 parejas), Burgos (15), Salamanca (120) y Segovia (193), confirmando su tendencia positiva tanto en el número de efectivos, al pasar de 134 parejas en 1991 a las 597 de 2021, como en la recuperación de parte de su área de distribución histórica (con un incremento de 20 cuadrículas UTM de 10×10 km entre el año 2000 y el 2021).

Gran parte del éxito y de la mejora en las poblaciones de estas especies forestales deriva de la aplicación de medidas de corrección de tendidos eléctricos peligrosos, así como de las prácticas de gestión forestal sostenible aplicada en Castilla y León y de la existencia de instrumentos de planificación y ordenación forestal en los montes públicos y privados, cuyo fin es la conservación y mejora de las masas forestales, así como la protección de la biodiversidad existente en ellos.

Desde la Junta de Castilla y León se ha fomentado la aplicación de criterios de gestión compatibles con las especies forestales desde hace casi dos décadas, elaborando un manual que define los criterios de gestión de las masas forestales de la Comunidad y cuyo objetivo es compatibilizar la gestión y el aprovechamiento forestal con la conservación de las especies.

De forma complementaria, en Castilla y León se ha realizado un esfuerzo muy importante para la aprobación de instrumentos de ordenación forestal y su certificación forestal, bajo los sellos PEFC y FSC. En concreto, la Comunidad presenta 1.011.932 hectáreas de territorio con documento de planificación forestal, de las cuales, 775.045 son gestionadas por la Junta y el resto son montes en régimen privado.

Para el caso concreto del águila imperial, de los 131 territorios localizados en el año 2021, aproximadamente el 31 % (41 territorios) se localizaron sobre montes con instrumentos de planificación en vigor (el 65 % -26 montes de utilidad pública- gestionados por la Junta de Castilla y León y 14 montes en régimen privado), lo que implica una superficie total de 40.460 hectáreas de montes gestionados a través de instrumentos de planificación forestal con presencia de águila imperial.

En el caso del buitre negro, de las 597 parejas localizadas, 471 se sitúan en montes catalogados de utilidad pública, por 126 territorios en montes en régimen privado.  El porcentaje de parejas localizadas sobre montes públicos y privados con instrumento de ordenación forestal en vigor asciende hasta el 72 % (428 parejas), de los cuales el 84 % de los montes son gestionados por la Junta de Castilla y León (32 montes catalogados de utilidad pública con instrumentos de planificación en vigor), y el 16 % de gestión privada. Esto supone una superficie total de 76.728 hectáreas con instrumentos de planificación forestal con presencia de buitre negro.

Hoy en día, las amenazas más importantes están relacionadas con la muerte de ejemplares por colisión y/o electrocución en tendidos eléctricos, la disminución en determinadas zonas de su principal especie-presa, el conejo (en el caso del águila imperial) y la mortalidad en el nido derivada de causas naturales y/o relacionas con actividades humanas, como las molestias en época de cría por trabajos de diversa índole (agrícolas, cinegéticas, forestales) y por actividades relacionadas con el ocio en áreas aledañas a los nidos.

Las molestias derivadas de las actividades humanas son más fáciles de evitar en aquellos territorios incluidos en montes con un instrumento de planificación en vigor, donde se consideran, regulan y acotan los diversos aprovechamientos forestales que presentan, tanto en su planificación, como en la programación de actividades selvícolas que se vayan a ejecutar, posibilitando tanto la conservación, aprovechamiento racional y persistencia continuada de las masas forestales, como el asentamiento, estabilización y expansión de estas especies en Castilla y León. Por este motivo, la planificación forestal del territorio es un garante de la mejora y recuperación del estado de conservación de las rapaces forestales amenazadas presentes en Castilla y León.

En definitiva, si bien una gestión forestal activa no tiene por qué ser condición necesaria para el desarrollo y conservación de las especies forestales, tampoco tiene por qué ser considerada, de forma previa y genérica, como un impedimento para ello. El desarrollo de una gestión forestal activa, intensiva, racional y a la vez cuidadosa, que contemple aspectos específicos de conservación –por otra parte, fácilmente asumibles desde la gestión forestal, como la experiencia también ha demostrado- ha permitido el desarrollo e incluso expansión de especies a priori tan exigentes como el águila imperial ibérica y el buitre negro, constituyendo, en cuanto herramienta de manejo de su hábitat, una clave esencial para su conservación futura.

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